La muerte como negocio o inversión

La muerte es asunto solitario y, también, un negocio como cualquier otro. Esto parecían tenerlo muy en claro los expositores de Funexpo, una convención de servicios fúnebres que se llevó a cabo semanas atrás en el Palacio San Miguel. Una muestra dedicada a exponer los últimos adelantos de la industria funeraria a lo largo de tres jornadas a puro ataúd temático, horno crematorio, urnas ecológicas, expertos en tanatopraxia (el duro arte de adecentar un cuerpo malogrado por la llegada inefable de la muerte) y muchas otras aristas de ese espinoso tema del que la mayoría prefiere no hablar.

Aprende a emprender

Es que cuando de la muerte se trata, está todo dicho y, a la vez, siempre se callan los detalles. Detalles que involucran a un negocio millonario, del que es lamentablemente imposible escapar. Que hay mercado, es un hecho ineludible. Cada año, el negocio de los servicios fúnebres mueve unos 4.000 millones de pesos. Pero, ante tanta demanda, los empresarios no se quedan de brazos cruzados y buscan permanentemente innovar. Entre las innovaciones que ofrece la convención se destacan las de la firma El Más Allá Group. En su stand, ofrece el alquiler de pantallas que, durante el velatorio, transmitirán diapositivas, videos caseros y todas esas imágenes que el difunto deja tras de sí para que su recuerdo no se extinga por completo (como si eso fuera posible, y como si fueran necesarias las fotos para ello). También se brinda un servicio de mensajería a través del cual se abona el derecho de elegir a quién se desea enviarle un mail con la noticia del fallecimiento.

Si de algo no pueden quejarse quienes trabajan en el negocio funerario, hemos dicho, es de no tener un mercado cautivo, pero esa seguridad pareciera que adormece en parte al sector: “Nos estamos quedando atrás en relación con otros países de Latinoamérica”, advierte Antonio Flores, titular de FADEDSFYA (federación del gremio) durante su discurso de apertura. Continúa: “Necesitamos que nuestros servicios tengan más valor agregado, poner en juego toda nuestra creatividad”. La ecuación es nítida pero opresiva: para que a la gente del rubro le vaya bien, a muchos otros les tiene que ir mal, muy mal.

Como el hit del momento es el sepelio temático, han destinado un espacio en el que, junto a un ataúd hay una repisa y una mesa que muestran un par de zapatillas de golf, pelotitas, marco con fotografía del supuesto golfista malogrado y una bolsa de palos. “Esta es una tendencia que llega con fuerza –gratifica Flores-. Despedir al muerto rodeado de lo que era su vida, su hobby”. Preguntarle si, en este caso puntual, el féretro es colocado en una fosa a la que se identificará como “el hoyo 18” es una tentación a la que no conviene ceder. Darse un último gusto antes de pagarle el boleto de ida a Caronte está justificado: si vivito y coleando le gustaba un deporte, ¿por qué no disfrutarlo en el after hour de la muerte?

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